Los culpables del narcotráfico

En Argentina y en gran parte del mundo siempre se quiere buscar un culpable del mal, en un tema como el narcotráfico donde los agentes son varios es muy difícil dar con un culpable. Puede ser que no existan ante las drogas, es el ser humano quien demanda de ella, como al alcohol o al tabaco. Pero sí podemos vislumbrar quiénes son los responsables de permitirle a estas organizaciones semejante poder.

Los dos partidos más fuertes de Santa Fe (PJ y PRO), señalan a los socialistas -partido gobernante entre 2007 y 2019- de haber sido cómplice del narcotráfico. Públicamente han denostado al socialismo santafesino, a tal punto que la oposición peronista ganó las elecciones en 2019 con la fórmula Perotti-Rodenas.

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¿Realmente es así? Pues no hay indicios para indicarlo como tal férreamente, pero sí me atrevo a decir que el gobierno convivió con los narcos por una cuestión socioeconómica. Más de la mitad de los acusados de formar parte de la banda “Los Monos” eran policías, y hasta algunos eran empleados municipales o provinciales. También vale la pena mencionar la cantidad de agentes de seguridad, de gran jerarquía, salpicados en temas de narcotráfico -como Hugo Tognoli-. ¿No fue extraño el tiroteo en frente de la casa de Antonio Bonfatti cuando era gobernador? “Pimpi” Sandoval fue imputado por cometer el atentado y el gobernador desistió de acusarlo, en 2019 “Pimpi” fue acribillado en su casa.

Otro hecho más, Luis Medina en 2013 -narco rosarino- fue sorprendido por 20 balazos que terminaron con su vida. Dos años después, la PSA realizó un peritaje donde detallaron que la notebook de Medina fue manipulada por miembros de la fuerza policial y funcionarios provinciales.

Sin embargo, los factores para favorecer al crimen organizado son más aún: la corrupción policial, el mal funcionamiento de la justicia y la clase política.

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La corrupción policial en Rosario es escandalosa. Allí existe el fenómeno “búnker”, como todos los santafesinos sabemos: los búnkeres son puntos físicos de venta de drogas, en otras palabras, todos saben dónde se ubican, hasta la policía. La convivencia marital entre la policía y los narcos, es burda. Pero eso no se consigue con modificar la cúpula decenas de veces, porque ya lo hicieron y no resultó. El dinero que mueven estas bandas, les alcanza para comprar a cualquiera.

El segundo factor es la justicia, pero no el típico título actual que “la justicia funciona mal”, sino el sistema judicial y su idiosincrasia. En Santa Fe, año 2007, se sancionó el nuevo Código Procesal Penal, dos años después se aplicó un período de transición -entre el código viejo y nuevo- que duró hasta principios del 2014. En siete años los jueces y fiscales efectuaron el cambio, mientras tanto los narcos acumularon descomunales ganancias preparadas para corromper a cualquiera.

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En ese tiempo de transición y auge del narcotráfico, los judiciales carecían de normas para avanzar en sus investigaciones. Todas las causas de miembros de estas bandas, caían en manos de jueces de instrucción, que luego pasarían a un juez de sentencia. La información y la investigación estaban totalmente disgregadas. No tenían recursos humanos, la ciudad de Rosario contaba con apenas doce fiscales. Debieron sacar, sin una estrategia de por medio, todo lo que tenían. Mientras, el monstruo crecía.

El último factor importante es la clase política. No solamente la clase política que gobierna en el Poder Ejecutivo, también los oficialistas y opositores del Poder Legislativo. Hay dos tipos de ceguera muy nocivas: la del gobernante que cree que solo puede, sin escuchar a otro, y la de los ciudadanos de esperar que los gobernantes no fallen nunca y si lo hacen son unos pedantes. Ni uno, ni los otros.

En el combate contra el narcotráfico, el Poder Legislativo es central y quizás es el Poder más importante, justamente porque cuenta con la pluralidad de voces. Pero poco y nada sirve que mientras un gobierno falle, la oposición se aproveche políticamente. Es una realidad que la mayoría de los gobiernos no buscan consejos externos porque, según ellos, es signo de debilidad -esto se observa con el actual Ministro de Seguridad de la Provincia-, pero también es cierto que aquí debe existir un consenso.

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Si hay un sistema o poder que no funciona, es el Legislativo quien debe hacerse cargo de ello. Esto es tanto a nivel nacional como provincial. Muchos de los temas sobre narcotráfico no son competencia de la Legislatura provincial, pero sí la clase dirigente que pertenece, tiene la capacidad de realizar lobby para que se traten los temas en el Congreso.

¿Pero de qué sirve la lucha?

La respuesta es sencilla. Todos ganan con la guerra. Ganan los narcos porque debilitan a bandas enemigas, también los gobiernos porque con esto distraen a los ciudadanos, a políticos específicos que obtienen un minuto de fama y más que nada a la oposición que se cree capaz de acabar con la criminalidad, pero cuando llegan, terminan fallando igual o peor que sus antecesores.

Personajes como Berni y Bullrich, hicieron filmes cinematográficos con las drogas, los narcos y la violencia. Se convirtieron en paradigmas para la sociedad, sobre todo Patricia Bullrich -algunos creen que ella desterraría a todos los narcos-. Pero también sucede a nivel provincial, de hecho quién no escuchó a Marcelo Saín acusando a los socialistas y la policía de ser cómplices del narcotráfico. Sin narcotráfico muchos de estos personajes no tendrían de qué hablar.

La oposición toma como demanda el narcotráfico, pero sólo en el marco electoral porque cuando les toca gobernar se doblegan. Si Perotti dijo que acabaría con el crimen, ¿qué sucedió en este tiempo de gestión?


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