Trump y el Nac&Pop
El fenómeno más desconcertante de la semana, sin dudas, fue la toma del Capitolio estadounidense en manos de simpatizantes “republicanos” o, mejor dicho, extremos fanáticos de Donald Trump.
En este artículo quiero sintetizar cuatro puntos que me parecen claves: ¿qué sucedió? ¿cómo puede ser que haya ocurrido? ¿qué será de Donald Trump? y por último, ¿qué rédito político intenta ganar Alberto Fernández, al respecto?
El pasado 6 de enero, en el Capitolio, el vicepresidente Mike Pence debía certificar la victoria electoral de Joe Biden y Kamala Harris como próximos presidente y vice, respectivamente, de los Estados Unidos. Mientras el debate, dentro del Capitolio, estaba por llevarse a cabo, un grupo de manifestantes logró acceder a la instalación federal para suspenderlo. Esto ocasionó desmanes, robos, heridos, muertos, que se retarde la certificación de la victoria de Biden y un fuerte atentado a la democracia estadounidense, en pleno siglo XXI.
Mi gran duda, que quizás nunca dejará de existir, es cómo a Estados Unidos se les puede escapar esto de las manos. Estamos hablando del país que más gasta en seguridad nacional, en inteligencia y armamento, cómo puede ser que un grupo se movilice hasta las inmediaciones del Capitolio y lo asalte. Es imposible que agencias de inteligencia no hayan sabido de la intención de los extremistas por la sencilla razón que no fueron diez, ni veinte, sino centenas de personas.
A grosso modo, elaboré dos hipótesis. La primera, es que pudo ser un intento de autogolpe donde sencillamente Trump quiso mostrarse como víctima o héroe, depende el punto de vista donde se lo mire. En cambio, la segunda hipótesis es que existió una subestimación por parte de las autoridades con la justificación de “demostremos quién es Trump”. Algo así existió con Mauricio Macri el día después de las PASO, cuando determinó que la disparada del dólar fue consecuencia del resultado de las elecciones -amplia victoria del Frente de Todos-, salvando las distancias.
Sin embargo, el resultado está: heridos, muertos y una democracia humillada. Aunque, a diferencia de nuestro país, los asaltantes del Capitolio -reconocidos por autoridades como el FBI- fueron detenidos en diversos Estados del país. Desde el vikingo que se autoproclamó hechicero, el que se robó el atril de Nancy Pelosi, hasta el que tuvo la osadía de entrar a la oficina de la mismísima Nancy Pelosi -Presidenta de la Cámara de Representantes (equivalencia a diputados en Argentina)-.
¿Qué le queda a Trump? Su cuenta de Twitter fue suspendida permanentemente y Escocia le prohibió la entrada. El presidente norteamericano, hace unos días, publicó que no asistirá a la entrega del mandato del próximo 20 de enero, sino que se irá a vacacionar a Escocia. No podrá ser. Pero estos comportamientos son de decoro, peor son las secuelas que quedarán en Estados Unidos, luego de los cuatro años de Donald Trump donde los valores de dicho país se vieron pisoteados.
Mike Pence, actual vicepresidente, intenta despegarse de Donald Trump porque sabe que con el tiempo le traerá graves consecuencias en su imagen. Hoy Trump representa la inestabilidad política en uno de los países más “ordenados”, si se quiere, de la región y del mundo. ¿Quién hubiera pensado que esto sucedería?
Alguien debe “pagar” las consecuencias, como muestra de que se prioriza el orden, la justicia y la verdad. No sólo los culpables de haber actuado, generado e incitado el hecho, sino también todos aquellos que debían velar por la seguridad de la institución y no lo hicieron.
A su vez, en nuestro país, el Presidente Alberto Fernández, le pidió a la OEA que repudie los hechos ocurridos en el Capitolio. Tarde Presidente. La OEA, el mismo día del asalto, condenó el accionar de los extremistas y pidió prevalecer la democracia en Estados Unidos. Sorprende cómo el Presidente alzó la voz frente a estos hechos y se calló ante lo que sucedió -y sucede- en Venezuela. Pide que la OEA no se involucre en Venezuela pero sí que lo haga en Estados Unidos. ¿Sabe cuál es la diferencia?
En Venezuela no existe una institución que juzgue las violaciones a los derechos humanos porque éstas son orquestadas por el mismo régimen, que tiene cooptado todos los Poderes. En cambio, en Estados Unidos el ataque fue perpetrado por meros manifestantes. ¿Qué hubiera pasado si en Venezuela tomaban la Asamblea durante la asunción? ¿Hubiera sido un ataque a la “democracia”?
Fernández intenta volcar su agenda de política exterior, por eso busca tener contacto asiduo con Joe Biden. Pero se limita a opinar y actuar sobre la actualidad venezolana. Es ambivalente por costumbre. Las cosas cambiarán cuando Joe Biden ocupe el cargo de Presidente que le corresponde.
Finalizando, concluyo que el populismo es la primera amenaza contemporánea de las democracias y dejar que esto repose en las nubes o banalizar lo ocurrido, no son más que formas de negarse a ver la realidad.
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