Soja y fetiches: vicios de la Argentina
El escritor francés del siglo XIX, Edmond de Goncourt, es autor de la siguiente frase: “por la mañana en el campo parece que hay aire nuevo…”. En Argentina, en el país del revés o el país donde todas las teorías fracasan, según nuestra Vicepresidenta, en el campo no hay aire nuevo, sino olores ya conocidos.
El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca suspendió la exportación de maíz para abastecer al mercado interno, ya que -según ellos- en esta época del año este cereal comienza a escasear. Gracias a esto, por ahora, si el cese es temporal, se perdieron 3,2 millones de toneladas a exportar que pasarán al mercado interno.
Alberto Morelli, presidente de Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar), señaló que esta medida no logrará “que haya más maíz del que normalmente se va a comercializar” y que “el maíz nunca faltó en Argentina, estamos ante la segunda cosecha más importante de la historia”. ¿Entonces qué es lo que sucede?
El maíz en los últimos meses aumentó de 160 dólares a más de 190 -aproximadamente-, en el CBOT (Mercado de Chicago) debido a la sequía en Estados Unidos. En contrapartida, hay que sumarle que Argentina es el tercer exportador de maíz en el mundo en un mercado expectante (China e India, principalmente) que permite poder apostar en el maíz y un aumento en la producción de bioetanol -producido gracias a la destilación del maíz-.
Sin embargo, el Gobierno necesita muchos dólares, para ello busca incentivar la producción y liquidez de la soja -su precio oscila en los 495 dólares en CBOT-. Por eso, no es extraño que en Argentina se apunte a la soja como único cultivo de preponderancia. Al fin y al cabo, “la soja es prácticamente, en términos científicos, casi un yuyo”.
Esta medida -que no midieron, valga la redundancia, sus consecuencias-, generará una pérdida de 810 millones de dólares según las Bolsas de Cereales y de Comercio. Además, beneficiará a la sojización que si bien es muy importante económicamente, afecta al medioambiente debido al monocultivo. En definitiva, en el largo plazo los suelos se degradan porque la soja no aporta rastrojo al suelo y la culpa será de los oligarcas del campo. Como siempre.
Confiando en que esta medida será temporal y la pérdida de divisas no costará significativamente, el error del Gobierno es aún peor. Siempre, desde que Argentina confía en el populismo -gobiernos democráticos y de facto-, se asentó el criterio “amigo-enemigo” -profundizado por Carl Schmitt-. Por lo tanto, quien no es amigo mío, es enemigo y se merece lo peor de mí.
El campo fue el enemigo clave del kirchnerismo porque fueron ellos quienes lo subieron al ring y esto no quiere decir que el campo haya sido, desde ese entonces, la vaca que produce leche para mantener el Estado gigantesco que tenemos. No, las retenciones vienen de larga data -hace más de 150 años en nuestro país- para mantener las cuentas del Estado.
El campo, como bien detalló Sergio Berensztein en su último libro, es ineficiente a la hora de hacer lobby y tampoco tiene espacio en el ámbito político porque carece de organización. En el único momento de la historia donde el “campo” -llamemos así al grupo de productores organizados- se levantó significadamente y mostró su peso, fue en la 125, donde se generaron tres cosas: el fortalecimiento del kirchnerismo, del campo y la profundización de la grieta.
Para los kirchneristas, los del campo son todos unos oligarcas, esclavizadores, que se lucen en camionetas 4x4. Para los campesinos, los kirchneristas son vagos que no trabajan. Ni uno, ni los otros tienen razón. Esto demuestra lo lejos que están unos de los otros. Imagínese lo lejos que está la clase política de comprender al campo y los productores lo lejos que están de presionar con sus demandas (hacer lobby).
Pero el Gobierno le da otra pelea más al campo, le da pelea. Que el PEN (Poder Ejecutivo Nacional) se entrometa en un sector donde desconoce genera fastidio en quienes pertenecen a dicho sector. La Mesa de Enlace, formada gracias a la 125, sin la adhesión de Coninagro ya anunció un paro de 72 horas a partir del lunes 11 de enero. ¿Es la 125 II? ¿Una remake?
Recuerde querido lector, que toda acción en contra de medidas tomadas por el Gobierno, para este no es más que una amenaza inconstitucional. Es otras palabras, se victimizan frente a un repudio. Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas, ya mostró los dientes asumiendo que “una vez los agroexportadores tienen que pensar en los argentinos”. No los llamó campesinos, ni productores agropecuarios, sino agroexportadores. Peor aún, si ponemos en tela de juicio que dijo “tienen que pensar en los argentinos” como si los del campo fueran extraterrestres o extranjeros “oligarcas” amantes del imperio yanqui.
Aquí hay dos actores principales, el Gobierno y el campo, y uno escondido, la oposición. El primero buscará posicionar al campo como enemigo y culpable de todos los males victimizándose. El campo, buscará relevancia. Por último, la oposición tendrá la oportunidad de captar las demandas del campo y no ser ejemplos del teorema del -recientemente fallecido- Raúl Baglini que explica que los políticos cuanto más cerca están del poder, más lejos están de sus promesas de campaña. No aplica sólo a Alberto Fernández, sino también a Mauricio Macri, Cristina Fernández y todos los antecesores a estos.
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