Pandemia: El protagonismo de las recetas fracasadas.

Mientras que meses atrás el Presidente de la Nación y sus “colaboradores” expresaban que la única cura contra el Covid-19 era la cuarentena, hoy hay un panorama similar y aún más catastrófico con la suposición de nuevas medidas sanitarias.

La economía de un país devastado, el vaivén del dólar, la preocupación e incertidumbre de la agroindustria y el malestar social abren una nueva incógnita sobre el futuro de la lucha contra el virus en la Argentina. 

Durante esta última semana –fin del 2020 y principio del 2021- se rumoreaba, ante un significativo aumento de casos, el retroceso de “fase” en algunos distritos de la provincia de Buenos Aires. A su vez, a lo largo y ancho del país tampoco quedaron exentos del incremento de contagios. Con el correr de las últimas horas, Alberto Fernández se puso en contacto con gobernadores para analizar próximas medias a tomar. La principal, restricción de circulación entre las 23 a 06 horas.


Aquí vamos de nuevo:

Recordemos que gran parte de Buenos Aires estuvo bajo cuarentena estricta seis meses en el 2020. Por otro lado, las provincias se mareaban en el avance y retroceso constante de fases, nunca quedó claro qué actividad se podía realizar con las imposiciones de los nuevos y nuevos decretos. 

La llegada de la vacuna al territorio y en coincidencia con las fiestas de fin de año hubo, como lo llama el Presidente, cierta relajación de la sociedad en los cuidados de prevención. El refugio donde cualquier político se privaría de toda responsabilidad sobre el pueblo argentino. Dicho de otra forma, limpiar su imagen a futuras consecuencias. Lejos está de hacerlo con la inoperancia de los últimos meses.

No se pone en duda el compromiso que asumió la gestión ante la pandemia, ni tampoco la colaboración de, si se quiere, la oposición. La duda está en el manejo y las contradicciones que hubo estos últimos y largos meses. 


Y ahora los jóvenes:

Y como no puede ser de otra forma, comienzan aparecer los culpables, o los nuevos culpables. Mencionado anteriormente, la inoperancia, no solo del Jefe de Estado sino también de los organismos que lo asesoran -el Ministerio de Salud, por ejemplo- fueron los grandes responsable de los contagios durante la parte más dura del confinamiento. Resultados pocos convincentes, si es lo que buscaban.  Ah esperen, no se olviden de los famosos runners en el ojo de la tormenta aquella vez. 

¿Son los jóvenes los recientes culpables? Hay una realidad, todos oímos de las fiestas clandestinas y sí que las hay. Lo cierto es que tampoco es un tema de ahora. Al mes de las primeras restricciones –por allá en abril de 2020- ya comenzaban a gestarse, y poco se escuchaba sobre la culpabilidad de los números que iban ascendiendo en todo el país. En cambio, se los tildaban de irresponsables a los concurrentes en ellas, con razón obvio. 

Clara señal nos dio el principio de la pandemia en nuestro país. Muchos buscan no creer en volver aquel cierre de todas actividades no “esenciales”. Si bien no se habla de un confinamiento estricto, las supuestas medidas a tomar dan señal a retroceder y retroceder, y tal vez sí volver a estar privados de nuestra libertad –una vez más-. Todos vieron las consecuencias, el desempleo, el cierre de muchas pymes y migraciones de grandes empresas –nombrando algunos de tantos problemas-.  

Las nuevas medidas apuntan hacia ellos –los jóvenes-, a quienes les echan en cara la vida nocturna. Pero… ¿Qué pasa con aquellos boliches que siguen cerrados desde marzo de 2020? ¿Qué pasa con los bares que no rinden cuentas en los horarios permitidos? ¿Y los restaurantes? Muy pocos supieron reinventarse y son los principales afectados en esta circunstancia. Aún hoy, muchos se preguntan por qué no acceden a un protocolo que les permitan trabajar toda la noche, integrando a los “responsables” del contagio reciente y disminuyendo las fiestas ilegales. 

El debate ya no debe pasar, ni siquiera pensar, a cuarentena si o cuarentena no. El tema tiene que pasar por entender y atender una estabilidad social, económica y de salubridad. Medidas que permitan a los trabajadores y trabajadoras una oportunidad en esta crisis; que las personas puedan sentirse libres sin ser acorralados por condicionamientos absurdos; y por supuesto, cuidar la salud de la población.  

Empecemos por encontrar un equilibrio de estos factores. Aprender a convivir con el virus sin que afecte en lo psicológico, en las libertades y en el bolsillo de cada laburante en este país. 


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