Multiplicar la pobreza no es gobernar

Es sabido que el arte de gobernar nunca fue fácil. Esta magna labor se realiza desde hace mucho tiempo en todo el mundo y hay varias formas de llevarla al cabo. Usualmente -en las democracias actuales- se trata de lograr que los gobernados puedan “crecer” en términos económicos y una de las mejores formas que encuentran los gobiernos de lograr eso es “repartiendo” dinero o beneficios a aquellas personas que no hayan podido “crecer” como los demás. Es una especie de “Multiplicador” mágico que hace que todo vaya bien.

Esa es la parte idealista de la historia. La realidad es bastante distinta.

Ocurre que en muchos países ese estándar de medida dejó de ser totalmente fiable hace tiempo, dado que muchas sociedades no crecen demasiado en términos económicos, pero logran crecer desde el punto de vista cultural, ambiental, en la obtención de derechos, en el crecimiento de la Constitución -otorgando a otros seres vivos derechos-, incluso en cuestiones de seguridad y la lista podría seguir.

Este cambio en la concepción antigua de crecimiento está dando lugar a una visión más amplia de nuestra realidad. Quizás no tengamos más dinero, pero si mejora nuestra calidad de vida, también mejora nuestra relación con los demás y por lo tanto, mejora la sociedad.

Esto se debe a que las buenas administraciones, aún en el caso de sufrir crisis económicas, pueden hacer crecer a los países desde otros puntos de vista. Sin embargo, para poder lograrlo es necesario un fuerte compromiso de parte de la clase política y de la sociedad con el trabajo. 

Esto quiere decir, que una clase política que no promueva el trabajo sumado una sociedad atea (de trabajo), crearán de forma natural una situación de pobreza constante.

Ahí es donde la tarea magna de la clase política entra en acción: fomentando el trabajo desde distintas áreas, ya sea desde la educación en los colegios, desde la televisión e incluso desde internet y no sólo a las personas, sino también a las empresas brindándoles oportunidades de generar trabajo en esta tierra. Todo esto con la idea de lograr ese deseado efecto “multiplicador”.

Desafortunadamente, en Argentina los deseos de generar empleo murieron hace mucho. Los deseos de trabajar aún permanecen firmes, aunque cada vez en menos personas.

Y la clase política está muy excitada en seguir de esa forma, colaborando con el populismo que los hace mantener sus bancas desde hace varios años.

Este populismo (que sirve aclarar, es el sentido negativo de la palabra popular) lo único que hace es generar ese efecto “multiplicador” con la necesidad de la gente. Intenta por todos los medios que la gran mayoría de la población sea inmensamente pobre, para que todos seamos iguales y no podamos darnos cuenta de lo mucho que empeoró nuestra calidad de vida. Esa calidad de vida que todos los países intentan mejorar cuando no hay crecimiento económico.

De esa forma es que el populismo intenta gobernar el país, sepultando las capacidades productivas… pero con subsidios para la mayor cantidad de gente posible, con una de las cuarentenas mas largas del mundo. Todas cualidades que siempre apuntan a dejar un mensaje claro: NO TRABAJAR.

Así es como estamos ahora: Sin trabajo y con un efecto multiplicador de la pobreza en niveles altísimos con una clase política que nunca se vio afectada por la pandemia (ni por el trabajo).


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