Ni ella es Ella
En el día de ayer -18 de diciembre 2020-, el Frente de Todos se mostró en un acto todos unidos -C. Fernández, su hijo, A. Fernández, S. Massa y A. Kicillof con V. Magario-.
El discurso de ayer de Cristina no fue como los anteriores, parece que ya casi nadie la escucha. Será porque su monólogo es largo, tedioso y no dice mucho, o simplemente porque Cristina dejó de ser aquella Cristina que arrasaba con todo. Dijo lo que viene diciendo todo el Poder Ejecutivo: la “pandemia macrista”, atacar a la Ciudad de Buenos Aires, “repensar”, algunos retos y unidad.
¿Quién hubiera creído que CFK hoy habla de unidad? Llama mucho la atención cómo la actual Vice perdió mucho poder durante sus últimos años de gestión presidencial. Si bien, Cristina ya no es “Ella”, cuando utilizó la palabra “unidad” fue lo más cerca que estuvo de aquella imagen poderosa. Comenzó a mencionar datos ciertos pero no por eso buenos, como la cobertura previsional de más del 90% -una bomba en el gasto público-. Lluvia de aplausos.
Cristina no quiere ser nada más que lo que es ahora, no puede serlo. Sufrió un desgaste durante 2015-17 que no piensa con volver a dirigir, comandar o como dicen algunos… gobernar. Sin embargo, el que está en carrera y es por quien Cristina más lucha es su hijo, Máximo. Pero él -hijo de Néstor y Cristina- cree que debe ser distinto a su madre y acercarse más a la idea del Néstor de 2003. Pero Néstor, quiera o no, hay uno solo -gracias a Dios-. Sin embargo, Máximo es quien mejor desarrolla su discurso sin detallar cuando se refirió al “aporte solidario” o “impuesto a la riqueza”. Asumió que él forma parte de los que tienen, pero queda eximido de pagar el impuesto por un par de cifras en su declaración jurada. Es síntesis, al final no va aportar nada.
Cristina ya no es “La Cristina” y por ende hay que capitalizar los votos que va dejando atrás o perdiendo. Alberto Fernández, o el equipo personal de él, lo sabe muy bien y por eso nombró a la Primera Dama -su pareja- como Presidenta de la Fundación del Banco Nación. ¿No le llama la atención que Fabiola Yáñez hoy esté presente en actividades de asistencia a los más vulnerables? El Presidente quiere formar esa imagen de mujer impulsora, fuerte, carismática, como lo fue Eva Duarte, Cristina Fernández en su mejor momento.
Sólo con ver por ejemplo cómo se viste ya nos puede dar un indicio. La Primera Dama viste prendas elegantes, extravagantes, para ser el foco de atención. Para que la audiencia observe su esplendor y no le quite los ojos de encima.
¿Pero Fabiola es Cristina? Por lo menos hoy no.
El futuro es Máximo pero para tener futuro hay que hacer algo en el presente. Los argentinos están cansados de la mediocridad y la politiquería, lo vivieron en el último año de gestión de CFK y los cuatro años de Macri. La grieta, como protagonista, cansa, arrolla y enferma. Por eso hoy las ofertas políticas son interesantes: Horacio Rodríguez Larreta, Fabiola Yáñez y en menor medida Máximo Kirchner.
La grieta como beneficio político está desgastada y Cristina viene a ser una bandera para los que menos voces tienen. Por ejemplo, Elisa Carrió, retirada de la política -una vez más-, volvió con la bandera “CFK chorra y presa” presentando un pedido de juicio político inútil. Es cierto que la Vice tiene causas donde perfectamente podría ser encarcelada, pero si usted lee el pedido de juicio político parece una burla a los ciudadanos argentinos.
Otro que flamea la bandera “Cristina” es Luis D’Elía que pide a gritos que el pueblo haga algo en contra de la Corte porque si se sigue así la Vice estará presa en febrero. Una barbaridad, ya que debe haber un juicio político de por medio para quitarle los fueros a la Vice y así llegar a su detención.
Los más desgastados usan a Cristina, ella ya ni se utiliza. En el medio crecen otros personajes como Máximo y Fabiola, mientras Horacio Larreta aprovecha algún que otro desliz. Los medios facturan con Cristina, los periodistas llenan sus espacios con Cristina. El dinero se mueve al lado de Cristina, se convirtió en un mito, en una materia prima que da para hablar, que nos transforma, un fenómeno.
En vez de crecer, desarrollar y pensar -no repensar como dice CFK porque este país dejó de pensar hace décadas- buscamos y nos embarramos con Cristina Fernández de Kirchner. Cristina ya no es “La Cristina” y nunca más volverá a serlo.
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