Kirchnerismo: la máquina de la victimización
La noticia de la semana creo que es, sin dudas, el fallo de la Corte Suprema respecto a la condena de Amado Boudou. Se convirtió -en la Argentina de los récords- en el primer (ex) Vicepresidente condenado con sentencia firme avalada por el máximo tribunal del país. No podemos dudar en si es o no un delincuente, lo es y punto, ni decir que es el primer Vicepresidente delincuente.
Se supone que la Corte Suprema está integrada por jueces competentes a la función, es decir, están a la altura de las circunstancias. Por ende, me parece totalmente peligroso que el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, haya acusado a la Corte Suprema de persecución política. Textualmente, en su cuenta de Twitter, expresó: “Causas armadas, sentencias truchas, testigos falsos. Nada justo puede resultar de eso. Necesitamos justicia. Basta de persecución política. Se tiene que acabar el lawfare.”
Sin embargo, no fue el único que se ha nombrado en contra del fallo. También lo hizo Santiago Cafiero, Jefe de Gabinete de la Nación, que en sus redes alegó que Amado Boudou “merece que sus derechos no sean pisoteados. La Corte debía hacerse cargo de un proceso plagado de irregularidades y arbitrariedades”. En definitiva, la coalición Frente de Todos tomó el fallo de la Corte como una persecución política para victimizarse.
Quiero recordarle un poco quién fue Amado Boudou pero para eso debo contarle el caso por el cual fue juzgado, el famoso “Caso Ciccone”.
Néstor Kirchner siempre fue una persona que no dejaba crecer políticamente a nadie, ni siquiera a su propia mujer, ni a los gobernadores santacruceños después que se dedicó a su carrera presidencial. Si él veía que alguien intentaba tener cierta independencia, rápidamente lo veía como una amenaza y buscaba la forma de correrlo de la carrera electoral.
Daniel Scioli fue uno de los políticos en que Kirchner sospechaba, lo veía como un posible “traidor”. En 2009, corría un rumor, por la Casa Rosada, que la empresa Boldt -dedicada a la impresión de billetes- financiaba las campañas de Eduardo Duhalde y Daniel Scioli. En su momento, la competencia de Boldt era la empresa familiar Ciccone Calcográfica de Don Torcuato. Esta última tenía un gran prontuario de irregularidades a nivel nacional e internacional. Kirchner, como costumbre, quería tomar el toro por las astas y no dudó en dejar de contratar a Boldt y meterse con Ciccone.
La empresa Ciccone fue reconocida por los bonos mellizos BOCADE en Tucumán, millones de dinares -moneda de Bahrein- falsos en 1999, pesos uruguayos truchos, negocios con Alfredo Yabrán, con la última dictadura militar, entre otros. Podemos afirmar que era una empresa que dejaba mucho que desear.
Esta empresa, experta en delinquir, presentó quiebra en 2009 por una gran deuda con el AFIP que dirigía Ricardo Echegaray. Los empresarios llamados para comprarla fueron varios, como Cristóbal López -por ejemplo- aunque todos se negaron hasta que apareció alguien que pocos conocían en su momento: Alejandro Vandenbroele. Este muchacho marplatense ya venía de tener un paso “oscuro” en la Formosa de Gildo Insfrán.
En marzo de 2009, el gobierno de Formosa y Vandenbroele firmaron un “memorando de entendimiento” con el FonFinPro (Fondo Fiduciario Provincial), en otras palabras: la billetera de todos los formoseños que utiliza Gildo.
Vandenbroele se convirtió en “consultor” sin tener antecedentes de ello, ni una firma atrás que lo sustente de algo. Al pasar los meses, el “gurú” creó la sociedad The Old Fund (TOF) y allí recibió el respectivo pago de 7,8 millones de pesos -de los cuales 200 mil quedaron para Alejandro y el resto se esfumaron en la nube que según la ex mujer del asesor todo indica que fue a parar a las arcas de Boudou y sus amigos-.
El gobierno formoseño necesitaba asesoramiento en el canje de la deuda con Nación. Contrató a TOF que no tenía antecedentes, ni siquiera empleados. ¿Usted se preguntará de qué le sirvió? Adivine de quién era amigo Alejandro Vandenbroele… de Amado Boudou, que en su momento era ministro de Economía de la Nación.
Formosa, con los meses, reprogramó su deuda de casi 1000 millones de pesos y logró emitir un bono nacional con vencimiento en 2040 de 79,9 millones de pesos. Todo gracias al asesoramiento de Vandenbroele.
Regreso al tema de Ciccone. La empresa había presentado quiebra, pedida por el AFIP por una deuda de 60 millones de pesos, y Vandenbroele llegó con la oferta de comprar el 70% de las acciones por mil pesos en sociedad con TOF y una empresa española que en el mundo tenía una calificación 3 de 10 puntos, en transparencia.
Alejandro Vandenbroele y Amado Boudou, como ministro de Economía, se encargaron de pagar la deuda al fisco en cómodas cuotas -148 cuotas- y ya no eran 60 millones de pesos, sino que superaban los 240 millones, por la cantidad de intereses. Obviamente se beneficiaron de todos los recursos para saldar la deuda y en la operación participaron funcionarios de la AFIP.
Luego de haber sido exitosa la maniobra empezó a caer una lluvia de cheques para boletas de elecciones del Frente Para la Victoria, contratos para fabricar billetes, documentos varios, registros, etcétera. Acá fue donde se gestó una duda: ¿quién financiaba la lluvia de dólares a la empresa? Todo indicaba, de hecho el “Caso Ciccone II” lo contemplaba, a Jorge Brito -el dueño del Banco Macro que falleció en un accidente hace unas semanas- y Raúl Moneta, un banquero icónico de los ‘90 de Citibank muy involucrado con la corrupción menemista.
El robo fue infantil, la maniobra fue absurda. Desde el kirchnerismo, sabían que Vandenbroele era testaferro de Boudou al igual que José María Núñez Carmona. Este último, creó la sociedad anónima Rock Argentina que facturó casi 300 mil pesos por un recital de La Mancha de Rolando en San Bernardo en una campaña electoral del 2011, con Boudou en la banda. Esto quiere decir que el Municipio le pagó al socio de Amado para que el grupo de rock amigo de él, tocara con él en la campaña de él. ¿Se entiende?
Guillermo Moreno, ministro de Comercio Interior en aquel entonces, ayudó al testaferro de Boudou quitándole a Boldt la planta impresora para cedérsela al marplatense. Ocurrió un hecho que distanció totalmente a Moreno de Boudou y se desconoce, el (ex) ministro de Comercio Interior lo apodaba al Vicepresidente como “el chorrito”.
El ex presidente, Néstor Kirchner, lo ninguneó siempre a Amado, apodado “Aimé”. Llegó a ser Vicepresidente porque no tenía ambición de aspirar a crecer políticamente, él sólo quería quedarse con la máquina de hacer billetes.
Que un Vicepresidente se quede con una empresa como Ciccone es totalmente irregular. Desde el Gobierno se administra una empresa privada dedicada a prestar servicios al Estado. Y ese servicio no es nada más ni nada menos que imprimir billetes. Imagínese esto: ¿qué pasaría si Ciccone, con los recursos del Estado, hace billetes falsos? ¿Quién lo va a perseguir si el dueño es el propio Vicepresidente?
La estrategia de Amado Boudou es agarrarse de “Clarín miente” cuando este diario no era el único que investigaba. Siempre, desde el kirchnerismo, se sintieron perseguidos por grupos como la Iglesia, los norteamericanos y los grupos hegemónicos. Luego se autoboicotean, fallan y le echan la culpa a los diarios. En Venezuela el enemigo era el imperialismo, acá Grupo Clarín.
Ni en el Gobierno querían a Amado porque era un delincuente sin escrúpulos, no se robó el Obelisco porque no sabía dónde esconderlo. Hasta, como indiqué antes, el propio Guillermo Moreno lo enfrentó y pidió que rápidamente se saquen de encima a Aimé.
El «concheto», así lo apodaba Cristina, hoy es utilizado por el kirchnerismo para victimizarse. Es una maniobra muy común para ellos, de esta forma quieren introducir en la sociedad la idea que la Corte Suprema está en contra del Gobierno y los quiere tumbar. En otras palabras, impulsar la reforma judicial. Cuando en realidad la Corte Suprema no tenía forma de mirar para el costado y no le quedó otra que fallar en contra de Aimé. ¿Cómo iban a esconder semejante escándalo?
No se hizo justicia porque el Poder Judicial sea un ejemplo a nivel internacional, en realidad ni la Corte pudo salvar a Aimé, así como los propios del kirchnerismo no tienen interés en hacerlo. Pero es totalmente peligroso que el Poder Ejecutivo ponga en duda lo resuelto por el máximo tribunal del país, es la Corte, es el último tribunal. En Argentina, el hiperpresidencialismo nos está afectando demasiado si no nos preocupa que el PE -Poder Ejecutivo- quiera pisar al PJ -Poder Judicial-. Es un ataque al sistema republicano teniendo en cuenta la independencia de los tres poderes: PE, PL y PJ.
Amado Boudou y el “Corcho” Rodríguez son uno de los tantos satélites impresentables que merodeaban en el kirchnerismo. ¿Será el único ladrón sin experiencia? ¿Caerán otros?
“Arde la ciudad, llueve en tu mirada gris. La gente festeja y vuelve a reír”.
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