El monopolio de cartas y aviones



En el día de ayer, el ex mandatario Mauricio Macri hizo pública una carta donde repudió el accionar del Gobierno frente al aeropuerto El Palomar. Parece ser que no es Cristina la única que se maneja por cartas. Este editorial no trata sobre el análisis de la carta en sí, como si el próximo. Sólo pone en cuestión el tema de El Palomar, que es más importante que una carta.

En esta carta -titulada “¿Iban a volver mejores?”-, Macri acusa al Gobierno Nacional de avasallar sobre todas las políticas impulsadas en su gestión. Eso puede llegar a ser cierto si nos basamos en que todos los gobiernos presidenciales del ‘89 a la fecha, destruyen indiscriminadamente lo que hizo el anterior. Pero no creo que el Gobierno Nacional tenga un problema personal con el ingeniero, sí para un beneficio de la grieta como lo hizo el mismo Mauricio Macri cuando su imagen se vio afectada en las encuestas.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el ex presidente y el actual, tienen posturas disidentes o adoptan políticas distintas sobre el aerocomercio. Las políticas del ingeniero se basaron en mayor conectividad y competencia. Las de CFK, en su gestión, y parece ser que las de Alberto Fernández también, fueron -y son- políticas más centralistas y monopólicas.

El gobierno de CFK consideró que aerocomercio, viajes y aviones eran una sola cosa que se llama Aerolíneas Argentinas y Austral (AAA). Casi todas las aerolíneas estatales sufren déficit -gastan más de lo que tienen- y la Argentina no era la excepción. Entre 2009 y 2015, AAA recibió -observe bien- 700 millones de dólares anuales en promedio. En contrapeso, sólo en 2017 los subsidios a la empresa alcanzaron el valor de 187 millones de dólares.

Es falso que durante la gestión de Mauricio Macri hubo un desmantelamiento contra Aerolíneas Argentinas para beneficiar empresas privadas, sólo por el hecho de ser un gobierno de “CEOs”. Aerolíneas era deficitaria con servicios muy costosos comparados con aerolíneas privadas -haciendo un balance de costo y beneficio, no se puede comparar con Emirates Airlines- y necesitaba acomodarse para beneficio de los ciudadanos.

Los mercados europeos y de las economías pujantes, se destacan por la competencia. Al haber un abanico de posibilidades para la sociedad, los precios son ajustados por la demanda y no por gusto de quien manda.

La empresa estatal AAA no obtenía ganancias, sólo un agujero negro. En la gestión de Macri se intentó llegar al déficit cero hasta 2018 que fue un punto de inflexión. A partir de ese año, AAA volvió a ser lo de antes como tantas cosas en la Argentina.

En cambio, el gobierno kirchnerista buscó “kaja” en AAA y no para el beneficio del pueblo, porque tras que el servicio era muy malo, los precios eran muy altos. Mucho más alto que el estándar en otros mercados aerocomerciales. No era una empresa muy popular, sí nacional porque al circo lo pagaban todos los ciudadanos, hasta los más vulnerados que ni siquiera tienen oportunidad de subirse a un avión.

Hoy la administración de AAA está en manos del movimiento organizado “La Cámpora”, que presiona por un mercado más monopólico, por lo tanto, deficitario. Pero como lo pagamos todos nosotros, ¿qué problema hay?

Debemos reconocer que en la gestión del ingeniero, también hubo otro plus que fueron las low-cost. Estas empresas brindan un servicio a un precio bajo, por un servicio acorde, para vuelos de cabotaje. Esto permitió incluir más clientes al mercado que significa más empleos. El ex presidente remarcó que fueron millones los que volaron por primera vez, si bien este índice es erróneo -fueron alrededor de 600 mil- es una realidad que fue muy importante para el país.

Por último, en la gestión antecesora a ésta, se impulsó la conectividad entre las provincias argentinas. En palabras más vulgares, una federalización del aerocomercio. Permitió que se pueda viajar entre provincias sin necesidad de centralizar todo en Buenos Aires o la creación de HUB -descentralizar el aeropuerto de Ezeiza y que aerolíneas puedan tomar otras rutas- de Córdoba, basado en la desregularización llevada a cabo por Jimmy Carter en el 1978 en los Estados Unidos. Sí lector, en la segunda década del siglo XXI tomamos políticas que otros países ya hicieron en la década del ‘70 -cuarenta años atrasados-.

El turismo es uno de los sectores económicos donde el país recauda más divisas y el enemigo principal es la centralización. Sin embargo, atacar a El Palomar forma parte de políticas centralistas y monopólicas, no sólo es en contra de la conectividad entre provincias, sino que también afecta a las empresas low-cost. Concentrar todo el aerocomercio en una sola empresa ya es catastrófico para el consumidor. Pero imagínese si encima es estatal y deficitaria, nos castiga a todos.

Finalizando, en la Argentina con todas las problemáticas se hace politiquería. Se forma una grieta, entre unos que dicen algo y los otros retrucan pero en fin nadie resuelve. 

Argentina es un país atrasado en el aerocomercio comparando con países de la región, sobretodo en lo que es conectividad. Miles de millones de dólares son desperdiciados con la centralización, miles de puestos de empleos pierden la oportunidad de nacer en nuestro país. 

¿Por qué no podemos seguir impulsando políticas del país antecesor al actual? Como seguramente, las políticas correctas que este Gobierno impulse -si es que existen- el próximo, en caso de ser opositor, las desterrará.

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