Educación de una sociedad atrasada
En mayo de 1987 ocurrió en Ingeniero Budge una masacre. La policía bonaerense asesinó a tres jóvenes que estaban tomando una cerveza en una esquina. Nadie aclaró los motivos, si es que lo hubieran, para cometer semejante atrocidad.
El hecho ocasionó una movilización barrial en contra del gatillo fácil y dio pie a la creación de la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) de la mano de María del Carmen Verdú y sus compañeros de facultad.
Verdú se cansó de golpear las puertas de los organismos tradicionales. Ninguno opinaba. Todo se debe a que los organismos de derechos humanos se abocaron a los delitos cometidos por el Estado durante la dictadura. Sin embargo, algunos decían “tu hijo fue un subversivo”, “tu hijo era guerrillero” y otros “¿qué importa que mi hijo haya sido guerrillero o haya matado?”. Al fin de cuentas todos tenían un poco de razón, ya que una persona sea guerrillera no habilita al Estado que lo haga desaparecer, pero tampoco está en sus cabales una persona que haya puesto bombas en distintos lugares durante la democracia de Perón-Perón.
Pero a Verdú la sentencia de Familiares de Detenidos Desaparecidos la estremeció. Ella se acercó al organismo para buscar apoyo por lo de Budge, ella consideraba que debían “encontrar un espacio orgánico donde militar esto, no podemos ser cinco pelotudos por la vida, con el cartelito ‘BASTA DE GATILLO FÁCIL-BASTA DE REPRESIÓN’”. La respuesta dada por el organismo fue “¿cómo tienen la osadía de comparar a nuestros hijos revolucionarios de los setenta con tres negros en una esquina chupando cerveza?”. Usted haga las conjeturas.
Hace unos pocos días falleció Diego Maradona, ya he dado mi opinión al respecto. Como era previsible, cada cosa que involucre al astro del fútbol será noticia y así se convirtió en tendencia el “pobre” homenaje de Los Pumas ante el partido contra los All Blacks.
Comprendo que el duelo, o luto, dirigido desde el Estado debe ser cuando fallece alguien que represente al “pueblo”, como un expresidente, las víctimas de un atentado o una tragedia como el ARA San Juan. Maradona, a mi criterio, no representó al pueblo argentino, en su totalidad. Eso es una bajada de línea del Gobierno -así como lo hizo este, el anterior hubiese hecho lo mismo-.
Considero que criticar el homenaje de Los Pumas no tiene sentido. Pero fue el estallido para que salgan a la luz decenas de “tweets” de jugadores de Los Pumas que dejan mucho que desear. No sólo de Los Pumas, sino de un montón de celebridades o “influencers”.
Es real que los mensajes fueron viejos, pero vislumbraron algo: qué sociedad es en la que estamos viviendo.
La Argentina actual es igual de racista, xenófoba y clasista que hace diez años. Eso no hay dudas, pero la globalización avanzó tan rápido que hoy decir barbaridades te pueden jugar una mala pasada. La sociedad no avanzó, la tecnología sí. Esto se puede demostrar fácilmente, el Dady Brieva hace unos meses dijo un “chiste de humor negro” donde se disfrazó, a través de sus dichos, de un extremista. Expresó, en su programa radial, sus ganas de agarrar una camioneta y atropellar a los manifestantes, opositores al Gobierno, que marchaban por la 9 de julio. ¿Crecimos?
Volviendo un poco a la historia, la dictadura militar fue el motivo de la creación de varios organismos de derechos humanos. Antes los había pero no tenían gran incidencia. El más fuerte de todos fue el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) fundado por Emilio Mignone, Augusto Conte, Boris Pasik, Carmen Lapacó, Alfredo Galleti, Angélica Sosa -mujer de Emilio-, José “Pipo” Westerkamp y Noemí Labrune. Todos familiares de desaparecidos, en su mayoría padres de ellos y casi ninguno de sus hijos estaba en la clandestinidad -varios eran militantes del peronismo, algunos radicales pero casi ninguno guerrillero-.
El CELS, actualmente presidido por El Perro Verbitsky, participó activamente con todos los gobiernos democráticos, por ejemplo, para llevar a cabo el Juicio a Las Juntas. El rol del CELS -y de otros organismos- fue clave y muy respetado, de hecho Emilio Mignone fue una de las personas más lúcidas de la Argentina y que casi nadie sabemos quién fue. Siempre el CELS fue crítico contra los presidentes cuando fallaban a favor de la impunidad, como en la ley de Obediencia Debida y Punto Final.
A partir de la muerte de Mignone y la renuncia de Martín Abregú -ex director del CELS-, el Centro fue presidido por el periodista Horacio Verbitsky. No quiero ahondar mucho pero algunos miembros del CELS no estaban a gusto con él, muchos han hecho hincapié en que él ha participado de la guerrilla -era montonero-, que nunca se arrepintió de su actuar, otros se apoyaron en lo que Galimberti siempre sostuvo “Verbitsky es doble agente: del Ejército y de Montoneros”, etcétera. Pero sí hay que reconocer que El Perro, como es su apodo, logró muchísimas cosas a favor de los derechos humanos pero se cumplió lo que muchos preveían: la política tomó bandera. En otras palabras, luchar a favor de los DDHH y ser afín al gobierno nac & pop es lo mismo. Una estupidez, pero El Perro lo hizo así.
Claramente el CELS -con los otros organismos- y los gobiernos, no resolvieron un problema -bastante grande- que es la educación. Entiendo que durante los ‘80 y ‘90 la agenda era sobre los desastres de la dictadura, pero ahora ya no. No se ha educado en base a los derechos humanos, muchos creen que es un regalo del Estado o del Gobierno, cuando en realidad es un derecho fundamental básico que el Estado debe ser el responsable de que estos se cumplan.
Ya existía esa idea de clasificación de derechos en la década del ‘80. No es lo mismo un “revolucionario de los setenta” que “tres negros chupando cerveza”. Esa es la categorización que se gestó en aquel entonces y que, más o menos, sigue vigente ahora. ¿A quién les importa los derechos de los esclavos del interior del país? Aquellos, del Interior, que van hasta Capital por dos monedas y un “patrón” cree tener la autoridad para maltratarlos.
¿Quién lucha por los pibes reventados a palos por un grupo de rugbiers -casi siempre-, a la salida de un boliche? ¿Quién se pone a pensar que en las escuelas hay un índice que equis cantidad de alumnos salen violentos? ¿Cuándo vamos a dejar de mirarnos el ombligo?
Es muy probable que sigan cayendo personas por mensajes aberrantes en sus redes sociales, pero eso es sólo tirar piedras. Hay un sistema, maquillado, detrás que nos convierte en monstruos. Nos creemos con la actitud moral de señalar con el dedo a Natacha Jaitt como adicta, prostituta, -cuando fue de las pocas que enfrentó a la red de pedofilia- y a Diego Maradona como Dios Supremo. Nos creemos graciosos por reírnos de una persona con nacionalidad boliviana, peruana, paraguaya, etcétera. Ni hablar de quienes contratan empleadas domésticas en negro y muchos se aseguran que sean indocumentadas, no vaya a ser que se le ocurra acudir a la Justicia.
Las herramientas están, no son las suficientes pero están. Los organismos existen, muchos con banderas políticas pero realmente tienen gente que trabaja para esto. Pero el foco debemos ponerlo en una sola cosa: en educar. La educación es la octava demanda social hacia los gobiernos. ¡La octava! ¿Cómo vamos a crecer cultural y económicamente sin educación? Nos jactamos de que la educación brilla por excelencia y los resultados son pésimos.
¿No hubiera sido distinta la cabeza del capitán de Los Pumas si en su escuela le hubieran enseñado a respetar al otro? Muchos dirán “son los padres”, “es el círculo”, sí, totalmente pero hay que cambiarlo. El CELS, en conjunto con los Gobiernos, debería abocarse a ello, ahora que estuvo ausente y no hizo nada por los formoseños varados, ni por las decenas de víctimas por la represión policial durante la cuarentena.
La sociedad debe pedir por educación, es la única forma para darle las herramientas a todos, para terminar con la desigualdad, para “igualar” oportunidades. No alcanza con dar masivamente computadoras cuando las instalaciones no son aptas. Hay que realizar un plan a largo plazo que ningún Gobierno -tanto nacional como provincial- tienen ganas de ponerse a analizar.
La tecnología avanzó, nosotros no.
Comentarios
Publicar un comentario